sábado, 3 de noviembre de 2007

Sonia Estrada


Egresada en l987 de la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes del Perú, donde realizó sus estudios de dibujo y pintura, ha participado en numerosas exposiciones colectivas en el Perú y el extranjero.
De esa actividad ha dejado obras suyas en colecciones privadas en Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Estados Unidos, Argentina, Brasil y Chile. De lo cual se conoce su intensa actividad como expositora fuera de nuestro país, además de las presentaciones realizadas en el Perú.
Ella ha tenido la gentileza de solicitarme unas líneas de presentación en Lima. Lo hago con gusto, porque aprecio lo que me ha demostrado en su obra una sólida personalidad que no solo maneja con eficiencia los valores plásticos puros, sino que los pone al servicio de una temática peruana, lo que relieva el sentimiento de nuestra identidad grupal.
Estoy seguro que la muestra de la pintora Sonia Estrada despertará un vivo interés en el público conocedor y adquiriente.
Lima, Perú, octubre de 1997 Juan Manuel Ugarte Eléspuru

SONIA ESTRADA O LA REAFIRMACIÓN

La conocí el año 1999. Desde entonces sigo con alegría sus progresos en la expresión plástica. Reconozco en la temática de su pintura el realismo universal, con el que Sonia suele identificar su estilo, como respuesta directa al encasillamiento costumbrista en el que sus críticos se empeñan en ubicarla.
Ella nos trasmite desde el trazo fuerte y estilizado de sus obras una extraña luminosidad, sólo explicable desde la bondad de su mirada andina. Sus colores y el trazo firme de las formas de sus personajes o motivos, se constituyen en silenciosos puentes con el estilo con el que hubieran sido tratados por Humareda, Sabogal y Vinatea Reynoso en el Perú, y por Van Gogh y Toulouse de Lautrec en el extranjero. Es de ellos que se considera admiradora. Guarda una especial deferencia por los estilos y sentimientos de Víctor Humareda y Vincent Van Gogh. Al primero lo conoció en 1982, cuando embelesó con el mágico realismo con el que pintó la pileta de la Escuela de Bellas Artes. Desde entonces fue su discípula, primero en su taller del Hotel "Lima" en la Victoria y hoy desde la vivencia de su recuerdo, siempre tierno, siempre maestro. Al segundo, lo descubrió en el corazón de Humareda y lo reencontró en Europa, donde también redescubrió a Toulouse al desandar el Moulin Rouge y beber de los multicolores rumores de los rincones en los que el pintor encontró más humanidad que en cualquier otro lugar formal de la ciudad. Fue igualmente en París que se reencontró con César Vallejo con quien desde el bullicio del silencio, bajo una sonriente llovizna, libó un vaso de chicha de jora y sintió en sus manos la tibia caricia del poeta.
Sonia Estrada es, sin duda, no una promesa sino una realidad que nos da un motivo más para reencontramos con nuestra real identidad. Por ello, le auguramos en esta muestra que con acierto promueve ESAN, el éxito que con creces se ha ganado, animada por la transparencia de su sencillez andina y el amor de Ever, Gabriel y Tania sus mejores críticos y el punto de apoyo que como mujer y madre precisa para sentirse más cerca del corazón de la humanidad.
Lima-Perú, septiembre de 2003
Iván Rodríguez Chávez Rector de la Universidad Ricardo palma

EL ARTE PICTORICO CONVERTIDO EN GOZO


Se afirma que los poetas, pintores y músicos somos como el viento del pueblo, nacidos para vivir soplando a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas. Este aserto se evidencia en toda su plenitud en la pintora ancashina Sonia Estrada Melgarejo, de reconocida presencia en el universo de la plástica nacional.
En sus cuadros de emociones cristalinas, de vigor profundo y mágico, se afirma de modo entrañable el sentimiento por las texturas natales. Los trazos, colores, visiones e imaginerías se asocian en una peregrinación hacia las raíces y propiciar en su contemplación a una verdadera liturgia de gratificación espiritual.
Las calles solitarias, las casas con sus viejas ternuras, los guitarreros en serenata, la trilla, los barcos en el crepúsculo, la madre y sus hijos en la soledad o en la pobreza, el vigor de la pelea de gallos, los desnudos, el brío de los caballos, son los signos y aromas que Sonia Estrada plasma con magistral pulso de alma y corazón y acercar así en cada cuadro, en cada exposición, a los dioses y a los hombres para asumir juntos la gran aventura de vivir.
Sonia Estrada grafica las urdimbres transparentes de la ilusión, la esperanza, la vida y la muerte, porque su alma de artista sabe y siente las palpitaciones de los espacios oníricos, visive, lúdico para asociaría a los espacios de la realidad real, de aquellas urgencias acuciantes; y, de este modo ofrecernos en cada muestra individual o colectiva un himno a la vida, capaz como lo es de eternizar en sus imágenes vívidas, los efluvios del allegamiento interno que nos llega nítidamente borboteando en las líneas, en los trazos, en los oscuros matices o en las explosiones adheridas a los bodegones o en los fuegos que atizan apetitosos manjares andinos.
Desde 1981 el itinerario pictórico de Sonia Estrada está signado por señalados logros en el ámbito nacional; y lo está asimismo en Brasil, Francia, Suiza, países en los que ha participado en exposiciones individuales, los mismos que han posibilitado que sus obras
engalanen las pinacotecas de Luxemburgo, Bélgica, India, Austria, Holanda y Estados Unidos.
Sin duda alguna todo ello tiene el valor de reconocimiento a su capacidad, a su talento de graficar con sutileza y hondura todo aquello que abarque la experiencia humana, desde una perspectiva personal asociada obviamente al corpus colectivo.
La obra pictórica de Sonia Estrada en suma, trasunta una asunción ética y estética, un intenso vivir aprehendiendo las alegorías y tristezas de la existencia humana; y, es precisamente en la conjunción de esas aristas, vale decir, el gozo donde la obra de Sonia Estrada está signada como hechizo especifico de la profecía hecha pincel, para así abordar el mundo, descubrirlo, amarlo y padecerlo siempre en un nuevo amanecer.
Carlos Zúñiga Segura
Primer día de la primavera 2001