sábado, 3 de noviembre de 2007

EL ARTE PICTORICO CONVERTIDO EN GOZO


Se afirma que los poetas, pintores y músicos somos como el viento del pueblo, nacidos para vivir soplando a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas. Este aserto se evidencia en toda su plenitud en la pintora ancashina Sonia Estrada Melgarejo, de reconocida presencia en el universo de la plástica nacional.
En sus cuadros de emociones cristalinas, de vigor profundo y mágico, se afirma de modo entrañable el sentimiento por las texturas natales. Los trazos, colores, visiones e imaginerías se asocian en una peregrinación hacia las raíces y propiciar en su contemplación a una verdadera liturgia de gratificación espiritual.
Las calles solitarias, las casas con sus viejas ternuras, los guitarreros en serenata, la trilla, los barcos en el crepúsculo, la madre y sus hijos en la soledad o en la pobreza, el vigor de la pelea de gallos, los desnudos, el brío de los caballos, son los signos y aromas que Sonia Estrada plasma con magistral pulso de alma y corazón y acercar así en cada cuadro, en cada exposición, a los dioses y a los hombres para asumir juntos la gran aventura de vivir.
Sonia Estrada grafica las urdimbres transparentes de la ilusión, la esperanza, la vida y la muerte, porque su alma de artista sabe y siente las palpitaciones de los espacios oníricos, visive, lúdico para asociaría a los espacios de la realidad real, de aquellas urgencias acuciantes; y, de este modo ofrecernos en cada muestra individual o colectiva un himno a la vida, capaz como lo es de eternizar en sus imágenes vívidas, los efluvios del allegamiento interno que nos llega nítidamente borboteando en las líneas, en los trazos, en los oscuros matices o en las explosiones adheridas a los bodegones o en los fuegos que atizan apetitosos manjares andinos.
Desde 1981 el itinerario pictórico de Sonia Estrada está signado por señalados logros en el ámbito nacional; y lo está asimismo en Brasil, Francia, Suiza, países en los que ha participado en exposiciones individuales, los mismos que han posibilitado que sus obras
engalanen las pinacotecas de Luxemburgo, Bélgica, India, Austria, Holanda y Estados Unidos.
Sin duda alguna todo ello tiene el valor de reconocimiento a su capacidad, a su talento de graficar con sutileza y hondura todo aquello que abarque la experiencia humana, desde una perspectiva personal asociada obviamente al corpus colectivo.
La obra pictórica de Sonia Estrada en suma, trasunta una asunción ética y estética, un intenso vivir aprehendiendo las alegorías y tristezas de la existencia humana; y, es precisamente en la conjunción de esas aristas, vale decir, el gozo donde la obra de Sonia Estrada está signada como hechizo especifico de la profecía hecha pincel, para así abordar el mundo, descubrirlo, amarlo y padecerlo siempre en un nuevo amanecer.
Carlos Zúñiga Segura
Primer día de la primavera 2001

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